Una noche, mientras el niño dormía, decidió levantarse para beber agua y, de repente, oyó ruidos que venían de la sala de juegos y dijo el niño asombrado:
- ¡Qué guay, mis juguetes están jugando solos, ¡han cobrado vida! Voy a decírselo a mamá!
Pero, antes de que viniera la madre, los soldados se volvieron a convertir en plástico de juguete, y la madre le dijo:
-¡Estás tonto o qué! Los juguetes no pueden cobrar vida.
A la noche siguiente, volvió a suceder lo mismo; el niño se hizo amigo de los soldaditos y estuvieron jugando mucho rato; además prometió no contar nunca su amistad con los juguetes y todos compartieron el secreto de lo que sucedía en su habitación cada noche.
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